LA PROACTIVIDAD (II)

Inquietudes 30 de enero de 2009

La proactividad (II)


Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO


Si la proactividad consiste en la "capacidad de elegir la respuesta", debemos preguntarnos qué es la respuesta, cómo se elige la misma y por qué es bueno elegirla. Al primer interrogante respondemos diciendo que respuesta es, en este contexto, la acción humana, más concretamente, el acto humano. 

   Cada acto humano es una respuesta; una respuesta a un estímulo, o sea, a la impresión que un objeto causa en la sensibilidad de un hombre, suscitando una modificación tónica o afectiva en su psiquis, y provocando en el sujeto un acto que le permite restaurar su equilibrio perdido. La psicología conductista concibía, precisamente, el esquema Estimulo-Respuesta, con el cual explicó el comportamiento animal. Según este esquema, dado un estímulo determinado se produce necesariamente una respuesta tambien determinada, es decir, se produce automáticamente un acto del ente que recibe el estímulo, por virtud de la operacien del mecanismo Causa-Efecto en que consiste la ley de la causalidad. Pero el conductismo fracasó en su pretensión de explicar la conducta humana mediante la aplicación de este esquema.

   La razon del fracaso radica en que, como dice Covey, en el animal racional que es el hombre, entre el estímulo y la respuesta hay un espacio, el cual debe ser llenado por la razón. En su condición de animal,el hombre, ciertamente, está sometido a estímulos, pero por su específica diferencia racional, estos estímulos no determinan necesariamente la respuesta, como en los animales irracionales. En el acto humano el proceso permite la intervención de la razón para inteligir la realidad, a fin de resolver la situación en que se encuentra el sujeto, mediante un acto realizado en vista y en procura de su propia realidad. 

   La intervención de la razón no es espontánea, sino que requiere de un acto de voluntad. El sujeto debe autodeterminarse a pensar la realidad, relacionándola con la situación de su propio ser, que es para él tambien una realidad, en vista de cuya conservación, crecimiento y plenitud se producen sus actos. Coma resultado de este proceso, el sujeto emite juicios prácticos que orientan a la voluntad para elegir y tomar decisiones. Tras la decisión se produce el acto, es decir, la respuesta.

   Si el sujeto no llena con sus intelecciones y sus voliciones el espacio existente entre el estímulo y la respuesta, según la afirmación de Covey, esta respuesta, que como dijimos es el acto, no resulta ser un acto querido y elegido por él a favor de la existencia y plenitud de su ser, sino un acto automático causado por el estímulo, que suscite la modificación de su tono vital y provoca el acto o la respuesta como una consecuencia necesaria del estímulo. Una respuesta así no es una respuesta elegida por el sujeto, quien opera así reactivamente, y no con proactividad.

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