LA LIBERTAD EN COLOMBIA II
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Inquietudes 23 de mayo de 2008 |
La libertad
en Colombia (II)
Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
En virtud de su libertad de querer o libre
albedrío, el hombre puede querer libremente. Pero no todo lo que el hombre quiere debe poder hacerlo. Es
decir, porque el hombre tiene la capacidad natural de querer libremente, debe tener la posibilidad de hacer.
Pero el hombre no debe poder hacer todo lo que quiere, pues si lo pudiera sería imposible la convivencia social, armónica
y pacífica, ya quo los
seres humanos tienen debilidades en su inteligencia y fragilidades en su voluntad.
La libertad de hacer, esto es, la
posibilidad de hacer u omitir algo lícitamente, no es natural, como la libertad
de querer,
sino que es cultural y tiene carácter político. La libertad de hacer es
una concesión política hecha por el Estado.
El término libertad en su acepción
de libertad de hacer es
el más privilegiado por nuestra cultura, pues hace parte de la propaganda y los discursos políticos,
donde es
usado como señuelo para lograr los votos, el consentimiento, la simpatía y el apoyo de los
ciudadanos. Claro. A
todos los hombres les gusta tener libertad para hacer todo cuanto desean, y por lo tanto guardan gratitud
y recompensan a quienes les ofrecen o conceden dicha libertad de hacer. En cambio, ni el Estado, ni
los políticos, ni la
escuela, ni la familia, ni la sociedad civil, enseñan, promueven, difunden o fomentan la libertad de
querer. Pero
todos a una si elogian las libertades de hacer que son concedidas.
Craso error. Sin libertad de
querer la libertad de hacer es objeto de abusos. Los actos humanos tienen dos dimensiones:
una interna y otra externa. La dimensión externa del acto es el fenómeno que se produce
en el mundo
por efecto del acto, pero este ha sido engendrado en Ia dimensión interna, que es el
escenario donde se ejerce
la libertad de querer. Por eso el ejercicio correcto o abusivo de Ia libertad de hacer depende de
la forma coma
se ejerce Is libertad de querer.
La dimensión interna del acto
humano alberga las tendencias
instintivas, las inclinaciones, los impulsos, los sentimientos, emociones y pasiones, los hábitos
y las costumbres,
fenómenos irracionales o irreflexivos que deben ser sometidos al control y la canalización
de la racionalidad humana. En esta capacidad de autodominio y de autodeterminación reside
la libertad de querer. El acto externo se realiza bajo el impulso de estos mecanismos que obran como móviles de
la acción, pero los mismos
deben ser dirigidos por la luz de la razón y el poder de Ia voluntad racionalmente
determinada.
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