ETICA DEL CUIDADO



LA ETICA DEL CUIDADO Y LA MUJER

 

POR: JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO

 

La ética que se enseña en general, en el mundo occidental, es la ética de la justicia”. Vengo a proponerles una ética diferente: la “ética del cuidado”. La “ética  del cuidado” es diferente a la “ética de la justicia”.  La “ética del cuidado” no se opone a la “ética de la justicia”, sino que la complementa, logrando una formación moral integral de las personas que armoniza la razón y la emoción, para que la conducta regulada por ellas satisfaga no sólo las necesidades de la igualdad o la proporcionalidad que genera la justicia, sino también las necesidades de reconocimiento y aprobación, de cariño, de ternura y amor, que  plantea el cuidado, al mismo tiempo que  se proporcione una formación para la paz, para la no-violencia y para  la resolución pacífica de conflictos.

 

SIGNIFICADO DE CUIDAR

 

 El término cuidado es un término polisémico y sus diversas connotaciones incluyen las dos dimensiones del cuidado: los sentimientos y los pensamientos que lo  motivan y dirigen, y la propia acción. Esto significa que La sola palabra “cuidado”, bien entendida, contribuye a superar la dicotomía entre razón y emoción y a comprender el cuidado en toda su grandeza y complejidad afectivo-intelectual. No ocurre lo mismo con la ´palabra “justicia”, cuyo significado se ubica de modo rotundo al lado de la razón.

 

En el diccionario español de sinónimos y antónimos encontramos como sinónimos de cuidado las palabras atención, solicitud, mimo, amor, esmero, diligencia, asistencia. De esta acepción de cuidado como asistencia, solicitud, atención, también se deriva la palabra “cura”. Al párroco  se aplicó esta denominación por tener a su cargo el cuidado, la atención, la cura de almas o cuidado espiritual de sus feligreses. Pronto se diría la cura o la cura de almas, aplicando el término  a la persona encargada  de la misma, y después se haría masculino. Hoy la palabra cura es sinónimo de clérigo.  

 

Entre los significados de cuidado se destaca también el sentido de responsabilidad, en tanto que tenemos que responder por las cosas que hacemos; por ejemplo, “correr una cosa al cuidado de uno” significa estar obligado a responder por ella.

 

Una reflexión del filósofo español Llano sirve para concluir este análisis:   “El cuidado es una tesitura de extraordinaria densidad antropológica y moral…  Los pensadores griegos utilizaron una expresión, intraducible también, para designar esta actitud: EPIMELEIA. La epimeleia es una originaria actitud de consideración y de acción, de conocimiento y amor.  La epimeleia no irrumpe

agresivamente en la realidad, sino que la deja ser, la cultiva para que crezca”.

 

LA ETICA DEL CUIDADO

 

La ética del cuidado nació en 1982 con el libro de CAROL GILLIGAN  “In a different voice”. En este libro Gilligan desafía la teoría del desarrollo moral de Kohlberg, a la luz de las voces y las experiencias de las mujeres, que fueron excluidas del análisis hecho por LAWRENCE KOLBERG, quien curiosamente fue profesor y mentor de Gilligan en Harvard.

 

Todos conocemos la escala del desarrollo moral según Kohlberg, que establece 3  niveles y 6 estadios. El nivel preconvencional,  con su estadio 1 de orientación  hacia el castigo y la obediencia, y su nivel 2 de orientación hedonista,  ingenua e instrumental.

 

El nivel convencional, con su estadio 3 de orientación hacia el buen chico y chica o la moralidad de la concordancia interpersonal, y su estadio 4 de orientación hacia el mantenimiento del orden social.

 

El nivel  post convencional, con su estadio 5 de orientación  hacia el contrato social u orientación legislativa utilitarista, y  su estadio 6 con su orientación hacia el principio ético universal.

 

Pero Carol Gilligan propuso una escala distinta del desarrollo moral, estableciendo 3 distintos niveles y 2 fases de transición de un  nivel a otro, así:

 

Primer  nivel: Lo importante de esta etapa es atender al yo para asegurar la propia supervivencia. La fase de transición (1-2) de este nivel es: del egoísmo a la responsabilidad.

 

Segundo  nivel:   En  este punto lo bueno es equiparado con la atención a los demás. La fase de transición  (2-3) es: de la bondad a la verdad.

 

Tercer nivel: Se toma en consideración tanto el cuidado de los demás como el cuidado de sí. Además, el cuidado no es fruto ni de un convencionalismo social  ni de un intento de ser aceptado, sino de la propia voluntad y consideración de la situación moral.

 

IMPORTANCIA DE LA ETICA DEL CUIDADO

 

La ética del cuidado tiene una enorme importancia  para la construcción de una cultura para la paz. El cuidado se realiza en varios ámbitos, por ejemplo en el rol materno y en la enfermería, pero en verdad el cuidado va más allá de profesiones específicas y más allá de roles de género. Cada persona, sea cual fuere el rol que desempeña, cuida de los demás en sus relaciones interpersonales y sociales. Con las acciones inspiradas en la ética del cuidado,  cada persona contribuye a la construcción de paz, y la disciplina misma realiza importantes aportaciones a dicha construcción, verbi gratia, con la elaboración de teorías de paz, de teorías de resolución de conflictos, teorías del poder. Pero también implica una propuesta educativa como educación para la paz, sin ganadores y perdedores, y dando  prioridad a la atención a las necesidades frente a la aplicación de castigos.

 

La ética del cuidado enseña de manera enfática que las tareas de atención y cuidado deben ser compartidas entre hombres y  mujeres.

 

“Tres principios importantes relacionan el cuidado con la paz: 1. Nuestra sociedad necesita valorar más el cuidado y su importante función para satisfacer las necesidades de los más desprotegidos: los niños, los ancianos, enfermos, discapacitados, así como también los pobres, los inmigrantes, los desplazados y las víctimas de la violencia. Además de criterios de justicia estos colectivos también necesitan prácticas de cuidado.  2. La praxis del cuidado favorece el aprendizaje de valores de paz y de habilidades prácticas de transformación de conflictos.  3.  El cuidado debería ser reorganizado para que no sea fuente de discriminación por razón de género”.

 

 

 

PROPUESTAS PRACTICAS PARA ENSEÑAR LA ETICA DEL CUIDADO

 

Voy a presentar algunas propuestas prácticas de educación en la ética del cuidado, transcribiendo la introducción al  capítulo VIII   del libro “Filosofía del cuidar” – “Una propuesta coeducativa para la paz”, de Irene Comins Mingol, de editorial  Icaria Antrazyt. En dicho libro he basado el contenido de esta ponencia.  Irene Comins Mingol es profesora  del departamento de Filosofía y Sociología de la Universidad española Juan  de Castellanos, en la que obtuvo el título de doctorado. Es, además, investigadora de la cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz. Dice la doctora Irene en la introducción del mencionado capítulo:

 

“Proponemos cuatro formas de educarnos en nuestra competencia para la atención y el cuidado. Una primera propuesta invita a volver a la literatura y a la narración novelada, en la que podemos bucear en la riqueza emocional del ser humano. Una segunda propuesta sería considerar la imaginación como capacidad de ver el presente de una nueva forma y considerar aquello que todavía no existe de forma positiva. Una tercera propuesta sería promover un ambiente en el aula que favorezca la vivencia real de experiencias de cuidado. Por último, la utilización de dilemas para ayudar al desarrollo moral, pero teniendo en cuenta no sólo la escala de Kohlberg sino desde un prisma del desarrollo moral en el que se fusionen los estadios de la teoría del desarrollo moral de Kohlberg con los estadios del desarrollo moral de Gilligan”.  

 

Como un adjunto a esta ponencia presento fotocopias del contenido completo del capítulo VIII del libro mencionado, para que pueda ser consultado por los interesados. En aras de la brevedad omito su lectura en la presentación de la ponencia, limitándome a la enunciación de las propuestas que hace la autora para la enseñanza de la ética del cuidado.

 

  IMPORTANTE ADVERTENCIA

 

Finalmente, es menester señalar una advertencia importante. Desde cierta óptica podemos decir que la ética del cuidado es una ética feminista. La razón es doble: nació de la mente de una mujer, y se funda en virtudes morales descubiertas en las mujeres, desafiando el esquema moral de Kohlberg, que está basado en el estudio de 84 niños varones, y en el cual la mujer ocupa un nivel moral inferior. Por ello podemos definir el término “ética feminista” como “la propuesta moral que critica un sesgo masculino en una ética”. Es en este sentido que hemos afirmado que la ética del cuidado puede ser considerada como una ética feminista.

 

Pero el hecho de que las virtudes que posibilitan el cuidado se hayan encontrado en las mujeres, no significa que ellas sean atribuibles por naturaleza al sexo femenino. En ello coinciden importantes autores: Zvetan Todorov,  Simone Beauvoir, Margareth Mead y la misma Carol Gilligan, quienes afirman que las mujeres no son más aptas para el cuidado por razones biológicas sino por aprendizaje; se trata, sostienen todos ellos,   de una construcción social, de una construcción de género, no de un rasgo de sexo. Como dice   SImone Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a ser mujer”.

 

Como consecuencia de lo anterior, la ética del cuidado debe ser enseñada por igual a mujeres y hombres, poniendo en práctica lo que en el libro se denomina coeducación, término éste que hace referencia a la importancia de educar para la igualdad de oportunidades tanto a hombres como a mujeres, y a la importancia de la no reproducción de los roles de género sexistas que tanto daño ha hecho y sigue haciendo al bienestar individual y social.

 

En lo dicho inmediatamente reside, a mi juicio, la importante relación que existe entre el concepto de docente de ética y el concepto de dignificación de la mujer, relación que se alude en el  lema de este evento académico,  a saber:   DOCENTES ETICOS POR LA DIGNIFICACION DE LA MUIJER”.  Esta relación estriba en el hecho de que los docentes de ética  tienen la oportunidad y el deber de contribuir a la eliminación de la segregación en la educación de las mujeres y los hombres, poniendo en práctica la coeducación en la enseñanza de la ética del cuidado. En esta misión debemos reconocer  una gran ventaja de las mujeres para enseñar la ética del cuidado, no por razones naturales de sexo, sino porque ellas han desempeñado y asumido como propio,  tradicionalmente,  roles de género en actividades donde es imprescindible el cuidado, y por lo tanto han adquirido un carácter que las hace especialmente competentes para enseñar  la “ética del cuidado”, ya que, además de su competencia profesional    –que  es   de   una   nivel  igual     al de los docentes de ética-hombres--,  ellas tienen también una competencia sui generis para la enseñanza de la ética del cuidado, desde el currículo oculto, ya que su conducta espontánea  está marcada por la virtud del cuidado, impresa con fuerza en su ethos  por la continua repetición de actos de cuidado en su vida cotidiana, en razón de los roles sociales que tradicionalmente les han sido asignados. Y como es bien sabido, la formación del carácter de los discentes responde muchísimo más a la influencia  del currículo oculto que a la del currículo explícito.

 

Apreciados y admirados docentes: Para finalizar, los invito a recordar la que a mi modesto parecer es la mejor  definición  de educación que he encontrado. Es del autor alemán Wolfgang Brezinka, y dice:

 

“LA EDUCACION CONSISTE EN LAS ACCIONES REALIZADAS POR UNOS HOMBRES,  PARA MEJORAR, EN ALGUN ASPECTO Y DE FORMA DURADERA, LA ESTRUCTURA DE LAS DISPOSICIONES PSIQUICAS DE OTROS HOMBRES”.

 

La estructura de las disposiciones psíquicas de una persona es equivalente a su carácter o ethos, que al decir de Heidegger constituye la morada del ser, es decir, su habitáculo, de donde emanan sus actos en la vida cotidiana. Esto significa que la moralidad de los actos de una persona depende de su carácter o ethos. Por eso la formación moral de los discentes se logra mediante la formación del carácter de cada persona, la cual se erige en el objetivo principal de los docentes de ética, sean ellos mujeres u hombres.

 

Un medio adecuado para lograr este objetivo es enseñar la “ética del cuidado”, que he propuesto, como complemento de la “ética de la justicia”, llevado de la mano de Carol Gilligan, su creadora, y de Irene Comins Mingol, que la promueve en su libro “Filosofía del Cuidar” – Una propuesta coeducativa para la paz”.    

           

             

 Montería, 20  de Octubre de 2010.         

    

 

 


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