DEMOCRACIA Y LIBRE ALBEDRÍO (IX)

Inquietudes

 Democracia y libre albedrío (IX)

Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO

 

Como conclusión de los argumentos presentados en los artículos precedentes sobre el tema de la democracia y el libre albedrío, y con fundamento en ellos, afirmamos que a los gobernantes de un sistema monárquico, oligárquico, aristocrático o tiránico no les interesa que los ciudadanos tengan la capacidad de libertad personal o libre albedrío suficiente para cumplir las normas, puesto que en ellas el cumplimiento se produce por miedo, es decir, el sistema de gobierno que presiden no necesita del libre albedrio de los gobernados.


 En cambio, para el gobernante en un sistema democrático de gobierno, y para la misma democracia, es imprescindible la libertad personal o libre albedrio de los ciudadanos, primero para que las normas que se dicten en ejercicio del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo estén orientadas al bien común y no hacia el bien particular de grupos interesados, y segundo, para que los destinatarios de las normas puedan reconocerlas y se dispongan libremente a cumplirlas... Porque en un sistema democrático de gobierno el cumplimiento generalizado de las normas por miedo, o su imposición forzada, en forma arbitraria implica una violación de la dignidad humana, lo cual deslegitima a la democracia.

 

Parece, pues, que se impone con la plena claridad de la evidencia, la conclusión de que la democracia si necesita imprescindiblemente educar para la libertad a los ciudadanos, porque estos constituyen "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo'', que la define. Todo aquel que gobierna, debe ser libre; si no es libre, es porque no es responsable (no tiene responsabilidad antecedente), debido a que carece de la capacidad para superar y sobreponerse al egoísmo, las emociones, los intereses personales o de grupo y los caprichos; y por tanto, no es capaz de realizar un gobierno democrático, que es el gobierno que por antonomasia persigue el bien común.

 

 

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