CRISIS ECONÓMICA, LA MORAL Y LA EDUCACIÓN (VI)
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Crisis económica, la moral
y la educación (VI)
Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
Pero como todas las personas de un país determinado, por ejemplo Colombia, que acogen y practican diversas morales
de máximos, conviven en el país correspondiente, y tal convivencia
es prueba evidente de que todos los habitantes de ese país tienen valores
compartidos que hacen posible dicha convivencia, tales personas practican,
muchas de ellas sin saberlo, una moral conformada por principios, valores y
normas colectivos que son compartidos por toda la comunidad. Esta última
es una moral de mínimos. Se trata de mínimos de justicia que deben ser
realizados en el conjunto de la sociedad, como condición de posibilidad de la
existencia de ésta en forma de una organización donde reinen el bien común y la
paz.
Establecida la distinción entre las morales de máximos y la moral de
mínimos de una sociedad, planteo que los Estados liberales conservan su
acatamiento al principio de no intervención en el fuero interno de las
personas, respetando su libertad interior, de querer, libertad moral,
interior o libre albedrío y haciendo honor al concepto de libertad negativa,
pero exclusivamente respecto de las morales de máximos. Está absolutamente
justificado que en este ámbito interno donde opera la libertad, las personas
conciban ideas, establezcan fines y elijan medios para definir su propia vida
en aras de buscar la felicidad, sin interferencias del Estado ni de ninguna
otra persona. Esta es la razón que subyace en el principio sagrado de no
intervención en el fuero interno de las personas que sustenta y practica el
liberalismo.
Pero respecto a la moral de mínimos de una sociedad, cuyo objeto es el
valor colectivo de la justicia, en la que
se basa el orden, la cohesión y la paz de la vida social, el Estado
no solo puede intervenir sino que debe hacerlo como condición de
posibilidad para alcanzar condiciones de justicia, bien común y paz
social, que son los fines que justifican su existencia. La ciencia, la
filosofía, la historia y la experiencia han demostrado, y sin ir muy
lejos, la actual crisis económica es una prueba importante de ello, que las
personas tienen en forma innata la facultad del libre albedrío, es decir,
la libertad interior, moral o libertad de querer, pero a un nivel
incipiente en sus inicios, muy cercano al determinismo natural o biológico.
Para alcanzar niveles de racionalidad, la libertad debe ser cultivada en orden
a adquirir la responsabilidad antecedente, que es la condición sine qua non de
la libertad de querer, libertad moral, interior o libre albedrío a
nivel humano, es decir, a un nivel racional que sea idóneo para alcanzar el
bien plenario del hombre.
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