LA VOLUNTAD III
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La voluntad III
Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
Los animals están sometidos a los estímulos y a sus propios apetitos. Los estímulos son fuerzas de arrastre que operan sobre los apetitos vitales del animal y provienen de la impression que los objetos de la realidad causan en su organismo. Cuando un objeto es satisfactory de un apetito, sobre este opera la fuerza de arrastre del estímulo y provoca la respuesta.
Esta es el movimiento del ente en relación con el objeto. Pero en el animal racional que es el hombre, los estímulos pierden su fuerza de arrastre y aunque el objeto estimulante sea objeto satisfactory del apetito, el estímulo queda suspendido, porque las tendencias humanas, que son los apetitos, son inconclusas.
Esta inconclusion de las tendencias significa que ellas no llevan al hombre a la respuesta o acto, sino que el mismo conduce por delante sus propios actos. El mismo prefiere, elige y decide sus actos, en una operación mental gobernada por la voluntad.
Es decir, el hombre se autodetermina mediante actos de voluntad.
Hemos dicho ya que la voluntad inicia su operación prefiriendo uno de los juicios prácticos propuestos por la inteligencia, llamados así porque son una orden para que se realice una acción. Estos juicios versan sobre la realidad, y más concretamente sobre los objetos reales satisfactores de los apetitos de aquel.
Pero la voluntad no está naturalmente determinada por los juicios prácticos de la inteligencia, sino que tiene respecto de todos ellos una indiferencia activa, y por lo tanto prefiere naturalmente aquellos juicios que se refieran al objeto que esté más estrechamente relacionado con la satisfacción de las tendencias dominantes del sujeto, ya que la voluntad es voluntad tendente, es decir, una potencia constituída por la fuerza de los apetitos.
La voluntad, como decía Schopenhauer, es un fenómeno de la naturaleza cuya función es asegurar la vida del hombre. Entonces, la volntad tiende a preferir la satisfacción de los apetitos y por lo tanto a preferir elegir el juicio práctico que conduzca a este fin.
Pero la voluntad, siendo tendente, tambien está abierta a la inteligencia de la persona. Sino lo estuviera no se justificaría como facultad o potencia humana, puesto que ella le fue dada al hombre, lo mismo que la facultad o potencia de la inteligencia, precisamente en compensación por el abandono de que le hizo objeto la naturaleza que se concreta en la inconclusión de sus tendencias.
En un momento de su evolución como animal dice Erich Fromm, el hombre fue abandonado por la naturaleza y dejó por lo tanto de ser enteramente regido por las leyes naturales como lo son los animals irracionales. Pero la naturaleza lo dotó entonces de dos potencias o facultades especiales para compensar tal abandon y suplir concreces las funciones negadas por natura: la inteligencia y la voluntad. Por esta razón, suspendido como queda ,ante los estímulos, el hombre ha de hacer uso de su inteligencia, para enfrentarse a la realidad, haciéndose cargo de ella para resolver a favor de su bien plenario las situaciones en que se encuentre. El hombre moriría sino usara su inteligencia, ya que la naturaleza lo abandon y sus tendencias naturales no lo llevan de manera complete a realizar los actos que satisfacen sus necesidades.
Pero si el hombre solamente se enfrentara a la realidad con su inteligencia tambien moriria, puesto que hacerse cargo de aquella equivale a ponerse a inteligir o pensar para resolver la situación en vista del bien plenario de su propia realidad, pero no implica preferir ni decider ante las opciones que la realidad le ofrece como posibilidades del bien humano, las cuales deben ser realizadas por cada hombre mediante su propia actividad. De esta preferencia, de la elección del juicio práctico y de la decision o determinación correspondiente se ocupa la voluntad.
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