CRISIS ECONÓMICA, LA MORAL Y LA EDUCACIÓN (XIII)
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Crisis económica, la moral y la educación (XIII)
Por
JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
Los análisis
realizados y las sugerencias presentadas en esta serie de artículos que culmina
hoy, tienen el propósito de recordar verdades que han sido olvidadas por
unos y son desconocidas por otros.
Estas verdades están en el núcleo
del problema mayúsculo que afrontamos, porque es causa y
origen de todos los demás: la ineficacia de la democracia como
sistema de gobierno. Esta ineficacia tiene, a mi juicio, razones estructurales
del sistema que residen en nosotros mismos: hemos descuidado la lucha que cada hombre debe librar para su libertad
de querer, interior, libertad moral o libre albedrío, confundidos
por la ambiguedad del término. Esta libertad es el fundamento de la
democracia, puesto que los derechos que este sistema atribuye generosamente y
los deberes que prescribe, no pueden ser cumplidos responsablemente sin el
ejercicio de una libertad desarrollada con esfuerzo y combate de cada persona.
La conclusión es que
el Estado y la Sociedad civil deben hacer esfuerzos encaminados a
cultivar en las personas la capacidad natural de libertad de querer, libertad
moral, interior o libre albedrío, la cual al momento de nacer en cada
persona y mientras no sea cultivada mediante la educación y fomentada con
esfuerzos personales, se halla tan cercana al determinismo natural o biológico,
que apenas merece el nombre de "libertad de", es decir, libertad natural
respecto de las tendencias instintivas o apetitos sensibles del hombre. Esta
libertad incipiente exige educación y combate individual para convertirla en
"libertad para", evitando que dichos mecanismos dominen al sujeto y
lo arrastren a realizar conductas irracionales y egoístas. Mirada desde la
óptica de la responsabilidad antecedente, la libertad así ejercida es una
libertad irresponsable, porque la persona obra impulsada por determinismos naturales y sin realizar actos
inteligentes y volitivos que canalicen a aquellos hacia el bien plenario
del hombre.
Es necesario
emprender una cruzada pedagógica contra la libertad irresponsable, que obedece
a la falta de responsabilidad antecedente. Sólo de esta manera
podremos defender la democracia, puesto que sin una auténtica libertad de
querer, libertad moral, interior o libre albedrío de los ciudadanos la
democracia es imposible, porque este sistema político se caracteriza por las
numerosas libertades de hacer que concede, para cuyo ejercicio responsable
es imprescindible la capacidad de autolimitarse o autocontenerse,
autocontrolarse, autogobernarse, autodeterminarse en la conducta, que es
en lo que consiste la libertad de querer, libertad moral, interior o libre
albedrío. Una democracia con ciudadanos que tengan esta libertad incipiente,
sin educación sobre moral social, y por tanto sin responsabilidad antecedente,
es proclive a que en ella se cumpla la sentencia clarividente que
pronunció Karl Marx sobre el Capitalismo: "El Capitalismo lleva en sí
mismo el germen de su propia destrucción''. Recordemos que la conducta es
el ejercicio que el hombre hace de su libertad.
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