HÁBITO Y CONDUCTA

 

-Inquietudes-31 DE AGOSTO DE 2007


 

Hábito y conducta


Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO

 


Los actos que dan lugar a los hábitos, en las personas adultas, son actos conscientes y libres que para realizarse cumplieron el complejo proceso del acto humano que hemos descrito en artículos anteriores. Los hábitos, que se forman por la repeticion de actos, son automatismos que reproducen el acto omitiendo los pasos previos a su ejecución. Así se reduce el proceso, se perfecciona la ejecución del acto y se liberan la inteligencia y la voluntad del sujeto, que simultáneamente pueden ocuparse de otros actos.

 

No obstante, la realización del aprendizaje del acto será fácil o difícil según sea la realidad natural de la persona, es decir, aquella realidad innata llamada talante y que está conformada por la constitución física, la inteligencia y el temperamento de la persona. El talante, como realidad natural, es la materia prima del carácter, como el cuero lo es del zapato que el zapatero elabora. Ese talante, en algunos casos ofrece resistencia a la adquisición de algunos hábitos virtuosos, y por el contrario es proclive a adquirir algunos actos viciosos. En otros casos favorece la adquisición de algunos hábitos virtuosos y se resiste a la adquisición de algunos habitos viciosos. Por esto ha dicho Aristóteles que el hombre moral es como el buen zapatero que le saca partido al cuero, bueno o malo, de que dispone.

 

El carácter de una persona determina su modo de ser, su comportamiento y, con el tiempo, hasta sus gestos y ademanes, su mirada y hasta ciertos rasgos de su fisonomia. Por eso, Emerson afirmá ante alguien que le decía algo verbalmente: “Tu carácter me grita tan fuerte en mis oídos, que no oigo lo que me dices".

 

Pero el caracter no es definitivo. El niño, hasta antes de tener uso de razón, recibe "pasivamente" las enseñzas del proceso de socialización y del sistema educativo, con la sola oposición o resistencia natural de su talante, realidad innata con que viene al mundo para enfrentar naturalmente a la realidad. Después y hasta la adolescencia, sigue recibiendo tales enseñanzas con la participación de su talante, su inteligencia y su carácter en formación, pero sin discrecionalidad de juicio o capacidad de discernimiento.

 

 A partir de la adolescencia, comienza a ejercer su libertad interior y a elegir modelos y conductas. En este momento nace su responsabilidad respecto a la formación de su carácter, que nunca será definitivo hasta la muerte.

 

 

 

 

 

 

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