CRISIS ECONÓMICA, LA MORAL Y LA EDUCACIÓN (VIII)

Inquietudes


 

Crisis económica, la moral

y la educación (VIII)

 

Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO

 

 

Los anteriores razonamientos, junto a algunos otros, deben ser explicados, analizados, fundamentados, demostrados y modelados mediante procesos pedagógicos que faciliten no solo su comprensión sino su aceptación, interiorización y puesta en práctica por las personas a quienes son enseñados, para que estas reconozcan su verdad y su validez y conviertan en fines de sus actos los valores que dichos razonamientos encierran. Para que esto sea posible, los procesos pedagógicos de que hablo deben tener como finalidad tanto el cultivo de la inteligencia como la formación de una voluntad libre. La verdad a este respecto es que sin aprendizajes teóricos como los mencionados, y sin modelaciones prácticas correspondientes, ninguna persona puede tener responsabilidad antecedente ni, por ende, realizar actos libres que la conduzcan a su bien plenario. Podrá el Estado imputarle responsabilidad consecuente por algún acto suyo, y la persona podrá aceptarla, como lo hace, casi siempre a regañadientes, pero este tipo de responsabilidad no está ligada naturalmente a la libertad de querer, moral, interior o libre albedrío, sino que es tan solo una consecuencia de esta concebida por la razón. Por eso la pena que se impone con base en la responsabilidad consecuente no produce, por sí sola, efectos rehabilitadores.

 

El error del liberalismo, sistema político que subyace en nuestro Estado social de derecho, consiste en que no distingue entre los dos tipos de responsabilidad a que vengo refiriéndome y por lo tanto no reconoce que la responsabilidad antecedente es condición de posibilidad de la libertad de querer, libertad moral, interior o libre albedrío. Esta libertad es presumida por la teoría liberal como existente de modo natural y completa en el hombre, y por ello los ideólogos del sistema incurren en el paralogismo de afirmar que la responsabilidad -sin hacer distinciones pero refiriéndose a la responsabilidad consecuente-, es la otra cara de la libertad, o su contrapartida. Empero, esto no es cierto, pues la responsabilidad consecuente es un ente de razón, mientras que la libertad y la responsabilidad antecedente son entidades que pertenecen a la constitución natural del hombre, si bien necesitan ser cultivadas para su desarrollo. Por eso, la condición imprescindible para la existencia de la libertad de querer, libertad moral, interior o libre albedrío, es la responsabilidad antecedente, y no la responsabilidad consecuente. Es decir, que la libertad sobre la que se erige y descansa la eficacia del sistema político y económico del liberalismo, es la libertad originada en la responsabilidad antecedente. Y esta fue, precisamente, la que brilló por su ausencia en los personajes que provocaron la crisis económica, por lo cual la hemos señalado como una crisis causada por una crisis moral.

 

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