LA ALEGRÍA
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La alegría
Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
Existen dos clases de alegría: una alegría vital, de naturaleza biológica, y una alegría moral, de naturaleza ética. Aquella es propia de los niños, adolescentes y jóvenes sanos y felices. Esta corresponde a personas adultas que, por haberc cultivado su raz6n y entrenado su voluntad, deciden
alcanzar la alegría moral y actúan consecuentemente, aunque en su organismo no se genere espontáneamente la alegría vital en razón de la
edad y los sufrimientos que hayan tenido en su vida.
En el fondo de la vida de estas personas hay tristeza causada por enfermedades, perdidas, decepciones y fracasos. No
obstante, ellas se proponen estar alegres y se sobreponen a ese estado psicobiológico, alcanzando un estado de alegría
moral.
En las
personas que tienen alegría vital no existe ningún mérito por tenerla. A ellas la
alegría les ha sido dada y brota espontánea
en su conducta. En carnbio, las que logran alcanzar la alegría moral la tienen porque la han querido y
buscado ex profeso. Por eso tienen mérito, ya que se
requiere usar la inteligencia y Ia voluntad haste niveles de comprensión del mundo, de la vida y de los hombres, y lograr
altas cotas de dominio de sí, todo lo cual exige esfuerzos y disciplina.
¿Dónde y cómo se logra la alegría moral? Para responder a este interrogante debemos bucear en la etimología.
Alegría, según Ortega y Gasset citado
por Savater, proviene de aligerar. De
este modo, la alegría se obtiene aligerando las cargas de dolor y sufrimiento propios y ajenos que la vida implica. La supremacía de la naturaleza, la
caducidad del cuerpo y la deficiente capacidad alcanzada por el hombre para construer relaciones humanas adecuadas,
son fuente ineludible de dolor y sufrimiento humanos que constituyen abrumadoras cargas para millones de personas y
siempre, y en alguna medida, para
nosotros mismos.
Aligerar, es decir,
aliviar esas cargas para mitigar el dolor y el sufrimiento haciéndolos soportables o llevaderos, o
enseñar a otros a hacerlo desde cuando
aún tienen alegría vital, es el único antídotoe
para la tristeza, el sinsentido, el aburrimiento, la melancolía, o, incluso, la acidia, que suelen apoderarse
de las personas que han perdido la alegría vital
por algun motivo. En una palabra, servir es la única y
misteriosa forma de reencontrar la alegría
vital perdida, bajo la forma de alegría moral.
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