LA DIGNIDAD HUMANA IV

Inquietudes

La dignidad humana (IV)

        Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO

 

 

Por su naturaleza inmaterial, no podemos constatar con nuestra sensibilidad la existencia del espíritu, y por constituir una categoría primaria, no podemos definir el concepto correspondiente. Debido a estas peculiaridades, los materialistas afirman que el espíritu no existe; pero el organismo humano ostenta unas propiedades tan prodigiosas que es ilógico admitir su origen en la materia corporal. Estas propiedades se consideran pruebas de la existencia del espíritu, como componente del organismo humano junto al componente corporal. Este último es de naturaleza material, tiene partes y ocupa espacio, en contraste con aquel que es un objeto simple y no ocupa espacio porque es inmaterial. Solo de este último componente, ontológicamente superior, pueden provenir tales portentosas propiedades.

 

Las sublimes manifestaciones del espíritu que se erigen en pruebas de su existencia son cinco, a saber: Capacidad de abstracción, capacidad de concebir seres inmateriales, capacidad de reflexión, capacidad de libertad y capacidad de desarrollo espiritual. Ya hemos explicado las tres primeras y hoy nos referiremos a las dos restantes:

 

 

d) Capacidad de libertad. Con base en su capacidad de reflexión, que le permite percibirse separado y conocerse a sí mismo, la voluntad del hombre tiene el atributo de la libertad, que es su capacidad de autodominio, la cual le permite autodeterminarse en lo que respecta a su comportamiento. Merced a esta capacidad el hombre puede hacer de sí mismo lo que él quiera, ya que la estructura de su ser moral depende de su quehacer, puesto que los hombres somos lo que hacemos.

 

 

e) Capacidad de desarrollo ilimitado. El hombre es finito, mortal. Pero el desarrollo del espíritu es infinito, inmortal, ilimitado. Cada hombre, mientras viva, tiene una capacidad de desarrollo espiritual ilimitado, aunque secuencial y sucesivo. Durante su vida todo hombre es moldeado por la cultura en que vive y a la vez influye sobre ella. Al morir, cada ser humano le deja a su cultura el aporte de sus logros y avances espirituales. Estos legados constituyen la cultura, que es el espíritu objetivado, el cual trasciende a cada hombre y acumula infinitamente los conocimientos humanos, con los cuales moldea el espíritu de todos los hombres que viven y van llegando a ella. De este modo, el espíritu humano tiene una capacidad de desarrollo ilimitado.

 

Hemos presentado cinco pruebas de la existencia del espíritu en el hombre. Ellas están constituidas por hechos irrefragables que pueden ser constatados por todo aquel que quiera y pueda hacerlo, y han sido confirmados por la ciencia y la filosofía. Pero estos hechos son prodigios cuya existencia no puede explicarse exclusivamente desde el cuerpo material, que es ontológicamente inferior al espíritu e inidóneo para producir tan portentosos fenómenos. Solo la superioridad ontológica del espíritu, como componente del hombre junto con el cuerpo, puede justificar las sublimes operaciones descritas en las pruebas enumeradas.

 

 

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA ÉTICA PROFESIONAL (VI)

LA LIBERTAD

EL NOMBRE DE LA ÉTICA EN CÓRDOBA