LOS PARADIGMAS Y LA PROACTIVIDAD
![]() |
Inquietudes- 2 de noviembre de 2007 |
Los paradigmas y la proactividad
Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
Un paradigma es una creencia básica o fundamental acerca de cómo son las cosas, o de cómo deberían ser. Si yo tengo un determinado paradigma, mis sentimientos, mis actitudes, mis pensamientos y mis actos estarán fundados sobre la creencia que constituye el paradigma. Esto significa que mi comportamiento estará influido y resultará conforme al paradigma, porque este es la causa eficiente de aquel.
Por ejemplo: si yo tengo el paradigma (la creencia) de que los ancianos son respetables y merecedores de consideración y cuidados, al ver a un anciano que tiene la intención de cruzar una calle, sentiré el deseo de ayudarlo a realizar su propósito y me dispondré a hacerlo. 0, si tengo el paradigma de que los seres humanos deben ser íntegros y rectos, y me encuentro frente a la posibilidad de obtener un importante beneficio personal mediante engaños a alguien, sentiré la inclinación a no engañarlo porque si lo hiciera lesionaría mi integridad y mi rectitud. Los paradigmas, pues, determinan los pensamientos, los sentimientos, las actitudes, los hábitos y actos de las personas.
Como la proactividad es el hábito de elegir la respuesta o sea, de elegir el acto, que proviene del hábito, si yo deseo actuar siempre de forma contraria a este por ser inconveniente y vicioso, debo modificar el paradigma que lo sustenta adquiriendo el hábito fundamental de la proactividad, el cual me permitirá adquirir el hábito que sustituya al antiguo hábito. Y como además el hábito fundamental genera siempre actos conforme a valores y principios, el nuevo hábito será un hábito virtuoso de mi carácter.
Se colige de lo dicho que la clave para transformar el carácter es cambiar el paradigma (la creencia básica o fundamental) que subyace al hábito cuyo cambio contribuye a la transformación.
Identificar un paradigma exige el uso del don de la autoconciencia, pues los paradigmas son fenómenos internos que solo pueden ser percibidos con una mirada dirigida a sí mismo, al propio yo. La conciencia está espontáneamente volcada al mundo exterior, al no yo, pero la voluntad de cada persona puede dirigirla al propio yo.
En esta capacidad reside la autoconciencia. Cambiar el paradigma implica la operación de los dones de la autoconciencia moral y la voluntad independiente, ya que con la primera valoramos y con la segunda elegimos y decidimos.
Quien pretende cambiar actitudes y hábitos sin cambiar el paradigma que subyace, practica la ética de la personalidad que se centra en la imagen, el efecto exterior, las técnicas y los arreglos transitorios de tipo social. Este tipo de ética puede producir buenos resultados en el corto plazo, pero no penetra en la profundidad del carácter. En cambio, centrarse en los paradigmas es propio de la ética del carácter que produce efectos permanentes porque está basada en la premisa de que hay principios básicos que rigen la conducta humana hacia el verdadero éxito y una felicidad duradera. La ética del carácter es el trasfondo del contenido del libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen R. Covey, en el que nos basamos para la reflexión que hago en este artículo.
Comentarios
Publicar un comentario