ÉTICA Y ESTADO III

Inquietudes


Etica y Estado (III)



Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO
 

Hay, pues, entre nosotros, diversos códigos morales que, sin coordinación entre ellos, conforman una "babel de códigos morales". Convivimos en una sociedad, o dicho en forma más precisa, las diversas personas y grupos en Colombia, que son regidos por códigos morales distintos, conviven en la sociedad colombiana, y ello es prueba irrefutable de que existen unos valores compartidos que están en la base de la convivencia. Pero estos valores compartidos se van difuminando por la falta de conciencia que las personas tienen de ellos debido a Ia ausencia de difusión y promoción, y además porque los valores que se difunden, promueven y fomentan son, como ya lo dijimos, los valores del individualismo liberal, especialmente los de su vertiente económica. Como consecuencia, la sociedad colombiana va perdiendo cohesión y estabilidad debilitándose la justicia y el bien común, pues la prosecución de estos valores no es -no puede serlo- exclusivamente tarea del Estado.

 

 

Los códigos morales que rigen a personas y grupos son llamados por Adela Cortina "morales de máximos", y ellos apuntan a la obtención de una vida buena y feliz, cada una desde su propia concepción del bien. En las democracias liberales las personas tienen derecho a elegir la forma de vida buena que deseen, en busca de su felicidad, y ello debe ser permitido tanto por el Estado como por la sociedad civil. A aquel le está vedado intervenir en la esfera donde se conciben los valores correspondientes, y ésta está obligada a la tolerancia frente a la pluralidad de códigos morales. Pero una sociedad así se atomiza moralmente, y este parece ser el diagnóstico de nuestra sociedad colombiana.

 

 

 Por eso ha surgido la ética cívica, que la autora española denomina "ética de mínimos". Las "morales de máximos", al igual que Ia moral individual, tienen por objeto el bien de las personas, la felicidad de estos: lo que persigue son máximos de felicidad. Mientras que la "moral de mínimos”o ética cívica tiene por objeto o fin Ia justicia: su objetivo son mínimos de justicia. Las personas tienen derecho a buscar el bien que hará su vida buena o feliz, tal como la han concebido, y pueden hacerlo sin interferecias del Estado ni de otras personas o grupos: no obstante, las personas están obligadas a ser justas en sus relaciones con las otras personas, pues viven en una sociedad cuya cohesión y estabilidad exige este valor como condición de posibilidad de la convivencia. La orientación, los valores y principios para promover las conductas justas la proporciona la "etica de mínimos" o ética cívica, que se edifica sobre los valores compartidos entre todas las personas y grupos que rigen sus vidas por "morales de máximos" en busca de su felicidad.

 

      La enseñanza de la ética cívica es tarea de la sociedad y del Estado. Pero en nuestro caso ambos permanecen indiferentes al cumplimiento de este deber. La primera por falta de conciencia de sus dirigentes, y el segundo porque el paradigma liberal de la no intervención en la moral de los individuos lo mantiene paralizado y ciego a la dimensión social de la moral de las personas, que debe ser regulada por la ética cívica o “moral de mínimos”.


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