ÉTICA Y ESTADO (I)
![]() |
Inquietudes |
Ética
y Estado (I)
En la crisis cultural
que padecemos los colombianos: Crisis social, política, económica, jurídica,
subyace una crisis moral. Cuando surge un hecho perteneciente a cualquiera de
estas categorías, que manifiesta la crisis, el Estado se yergue para
conjurar sus peligros y amenazas y lo logra con más o menos éxito. Pero no
pasa mucho tiempo antes de que se presenten nuevos hechos que revelan la crisis
nuevamente.
Esta recurrencia se debe a que la causa eficiente de los hechos
perturbadores de la normalidad es de naturaleza moral, y contra esta la organización
política nada hace porque el Estado se rige por el paradigma
liberal de que al soberano político le está vedado intervenir en los
asuntos morales de los individuos. Sin embargo, esto no ha sido siempre
así y es discutible que deba ser así. La filosofía política clásica, por
ejemplo, sostiene que el fin del Estado es la vida buena de las personas,
es decir, Ia felicidad de las personas. Algunos teóricos del comunitarismo
acogen estos planteamientos.
La moralidad de una sociedad consiste en el comportamiento de las
personas que la componen, referido este comportamiento al bien y al mal.
Los individuos obran según los valores morales que profesan y estos
dependen de Ia concepción del bien que ellos mismos tengan.
Según Aristóteles, padre de la filosofía política clásica, “el hombre es
por naturaleza un animal político". Esta fórmula debemos
interpretarla así, contextualizándola en sus obras Política y Ética a
Nicómaco: i) El hombre es constitutivamente social. ii) Por ende, es
político por naturaleza (animal político). iii) Influido por estas dos
cualidades, el hombre vive en comunidad -tiene que vivir en comunidad-,
siendo la Polis, el Estado, la más perfecta de todas estas. iv) El fin del
hombre, su soberano bien es la felicidad (eudaimonía), puesto que el
fin de una cosa es el desarrollo de su naturaleza, y la naturaleza del
hombre es su sociabilidad y su politicidad, las cuales suponen su racionalidad
y su libertad. v) El fin de la comunidad, y por ende el fin del Estado, es el
soberano bien del hombre, es decir, su felicidad e eudaimonia. vi) Todos
los hombres buscamos, por naturaleza, vivir una vida buena, es decir, una
vida feliz, y aunque no todos tenemos las mismas concepciones del bien, la
concepción correcta es adquirida mediante la crianza, la educación y la
cultura, que corresponde impartir a la familia, la comunidad y el Estado.
vii) Por consiguiente, la finalidad del Estado es la perfección moral de
sus ciudadanos, o como dice Aristóteles, el Estado "existe para permitir
el buen vivir".
Todas las sociedades tienen códigos morales que regulan la conducta de
sus miembros, de conformidad con la concepción que ellas tienen del
soberano bien. Algunas son orientadas por un código moral único, como
lo estuvo Colombia hasta la entrada en vigencia de la Constitución
Política de 1991. En todas las sociedades latinas ha regido tradicionalmente
un monismo moral de inspiración católica, pero el proceso de globalización
ha venido transformando esta situación mediante el establecimiento
de regímenes de democracia liberal que permiten y fomentan el pluralismo
político y moral. El monismo moral era el clima normal del mundo en la
época anterior a la globalización, pero llegada ésta y establecida la
democracia liberal, los códigos morales únicos en las sociedades occidentales
han venido siendo reemplazados por una variedad de códigos morales en una misma
sociedad.
Comentarios
Publicar un comentario