LA ÉTICA PROFESIONAL (VI)

 

Inquietudes, 25 de julio de 2008

La ética profesional (VI)

 

Por JUAN FRANCISCO PEREZ MERCADO

 

El deber moral surge de la autonomía del sujeto, que somete sus máximas -principios subjetivos que fundamentan y determinan las acciones- al test del imperativo categórico en las tres formulaciones hechas por el filósofo alemán. Solo sí la máxima pasa la prueba a que es sometido, el sujeto tiene el deber moral de realizar la acción que se propone llevar a cabo con base en ella. Tal máxima se convierte entonces en una norma que establece una exigencia práctica que hace moralmente necesaria la acción prescrita, es decir, en una norma que es un imperativo categórico, lo cual significa que es obligatoria incondicionalmente, porque ordena algo que es bueno o justo en sí mismo de modo absoluto.

 

 

Las formulaciones del imperativo categórico kantiano que constituyen el test a que debe someterse la máxima que fundamenta el acto proyectado, son las siguientes:

 

1. Obra solo según la máxima a través de la cual puedas querer al mismo tiempo que se convierta en ley universal.

2. Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre a la vez como fin, nunca meramente como medio.

3. Obra por máximas de un miembro legislador universal en un posible reino de los fines.

 

La primera formulación puede interpretarse diciendo: Antes de realizar el acto que proyectas, comprueba racionalmente que todos los hombres del universo, en circunstancias semejantes a las en que tú te encuentras, aceptarían el deber moral de obrar como tú te propones obrar.

 

La segunda formulación puede expresarse de este modo: El hombre es un fin en sí mismo y no un medio, debido a su inteligencia, su voluntad y su capacidad autopoiética o autoformativa. Es decir, el hombre se justifica en si mismo, como el axioma, y justifica todo lo que conviene a su perfeccionamiento. En esto consiste su dignidad. Por eso, no debes usar a otro, ni a ti mismo, como medio sino solo como fin. Pero cuando sea necesario usar al hombre como medio, debes usarlo siempre, a la vez, como un fin.

 

La tercera formulación se explica así: En un futuro soñado habrá una sociedad en la cual el hombre solo será usado como un fin en sí mismo, jamás como un medio. Ese será un reino de los fines. Hoy, tú debes obrar por máximas dictadas por el hipotético legislador universal de esa sociedad ideal, como si vivieras ya en ese reino de los fines.

 

Diremos como conclusión que en el ejercicio de la ética profesional, pese a la existencia de códigos éticos escritos, cuya debilidad intrínseca debemos esforzarnos en atenuar, cada profesional debe cultivar su propia conciencia moral usando la razón práctica para hacer de su voluntad una "buena voluntad", es decir, una voluntad dispuesta permanentemente a obedecer los imperativos categóricos aplicables.

 

 

 


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