UNA VIDA QUE TRASCIENDE
Una vida que trasciende ![]() |
Juan Francisco Pérez Mercado, tres semanas antes de su partida |
Por
Juan Francisco Pérez Palomino
Es
indescriptible el dolor que se siente frente a la ausencia de un ser tan
especial como lo fue mi padre, Juan Francisco Pérez Mercado. Los recuerdos
pululan por doquier. Toda nuestra vida estaba permeada por él y por eso se
torna mucho más difícil su partida. Solo la unión entre nosotros, su familia,
nos alimenta para soportar el gran vacío que ha dejado en nuestras vidas. Y por
supuesto, el acompañamiento y las voces de aliento de sus amigos y de los
nuestros, que a no dudarlo sirven de soporte en momentos en que sentimos
desfallecer.
Durante estos
días los elogios, los más altos calificativos sobre su persona, su labor, su
inteligencia, su obra y su grandeza como ser humano, provenientes de personas
de todos los sectores, nos mantienen orgullosos del padre que tuvimos.
Pero no quiero
destacar solo sus cualidades y virtudes, ya ustedes lo hicieron de manera
espontánea por mí, lo cual también les agradezco, sino además decirles que todo
el amor, el cariño y la admiración por él sería en vano si no ponemos en
práctica sus enseñanzas. Mi padre fue el "nombre de la ética", como
lo tituló EL MERIDIANO de Córdoba, porque sencillamente hablar de ética, es
hablar de él, y al hablar de mi padre necesariamente hay que referirse a la
ética. Pero debemos comprender que la ética no es palabra, no es dogma, no es
norma, la ética es conducta, comportamiento, acción. Parodiando una hermosa
canción referida a Jesús, mi padre fue verbo y no sustantivo, ya que no solo se
dedicó a estudiar y a hablar de ética con erudición, que le valió el
calificativo del "caballero de la palabra" como lo tildó un amigo en
escrito publicado en otro de los periódicos locales, sino que toda su vida se
rigió por los postulados morales, que lo llevaron no solo a hablar la ética,
sino especialmente a vivirla, a hacer de ella un modo de vida. El mejor
homenaje que le podemos hacer sus hijos, sus familiares y sus amigos es seguir
sus enseñanzas y adecuar nuestro modo de vivir a los valores morales que
encarna nuestra sociedad cordobesa, para que perviva en nosotros como un
verdadero guía y modelo de vida. Mi padre no ha muerto, vive y vivirá por
muchos años en nuestros corazones, su forma de vida ha trascendido y brilla
como una luz que nos guía para emular su conducta.
Un autor anónimo
escribió este hermoso pasaje en el que se observa la trascendencia del hombre,
y que quiero compartir con ustedes:
Estoy a la
orilla del mar. A mi lado, una lancha abre sus blancas velas a la brisa
matutina, y parte hacia el gran océano.
Esa lancha es un
conjunto de hermosura y fortaleza.
Me quedo
observándola por algún tiempo hasta que al final, parece ser tan solo un punto
blanco que se confunde con las nubes, allá... donde el mar y el cielo se
encuentran.
Entonces,
alguien se me acerca y dice: "Ya se fue", y yo respondo: "No se
fue... la perdimos de vista, eso es todo".
Pero sigue
siendo hermosa y fuerte, como cuando estaba a nuestro lado.
Su tamaño
disminuido está, pero solo ante nuestros ojos.
Y en el preciso
momento en el que alguien me dice: "Ya se fue", hay muchos ojos más
allá que la ven llegar, y muchas voces que jubilosamente claman: "¡Ya
llego!".
A este instante
lo llamamos morir.
Comentarios
Publicar un comentario